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Día de Acción de Gracias: Una historia de inmigrantes

El Día de Acción de Gracias es quizá una de las fiestas patrias más emblemáticas de Estados Unidos. Casi todos los países del mundo celebran sus respectivas independencias y heroicas batallas, pero pocos feriados nacionales resaltan la importancia de agradecer por las bendiciones recibidas.

Remitiéndonos a la tradición de esta fiesta, luego de las reformas religiosas impuestas en Inglaterra por el rey Enrique VIII, ciertos grupos sintieron el peso de varias restricciones en sus libertades religiosas y por eso decidieron emigrar para separarse de la Iglesia establecida y adorar a Dios a su propia manera en una nueva tierra.
Una pequeña embarcación de 100 pies llamada Mayflower partió de Plymouth, Inglaterra, a principios de septiembre de 1620, con 102 pasajeros y unos 30 miembros de la tripulación a bordo.

Varios historiadores relatan que durante el primer mes en el mar los inmigrantes disfrutaron de un viaje tranquilo, pero en el segundo mes la nave fue golpeada por fuertes vientos de invierno, dañando parte de la estructura del barco. Dos personas murieron durante la travesía.

A principios de noviembre los ajetreados viajantes divisaron tierra, sin embargo las inclemencias del tiempo prevalecieron. El Mayflower intentó dirigirse hacia una colonia en Virginia, pero luego de tres días de fuertes tormentas tuvieron que anclar en el puerto de Cape Cod en Massachusetts.

El riguroso invierno en esas latitudes les tomó por sorpresa, sin darles tiempo de prepararse para duras condiciones de privación y frío. Del centenar de peregrinos inmigrantes que llegaron, no sobrevivieron la mitad de ellos. Los que lo lograron, debieron su suerte de la ayuda y alimentos que les proporcionaron los nativos de la zona, los Wampanoag.

Un año después de estos dramáticos acontecimientos, en el otoño de 1621, ya establecidos y con la primera cosecha recolectada, los peregrinos decidieron compartir sus frutos con los indigenas que les ayudaron a sobrevivir y a adaptarse a su nuevo hogar, celebrando una ceremonia especial de agradecimiento.

Hoy, 396 años después de este primer Día de Acción de Gracias, muchos parecen haber olvidado las raíces de esta celebración, pues esta fiesta es mucho más que una cena en familia, es un monumento en la historia al espíritu aventurero de los inmigrantes, y es un homenaje a la solidaridad de los nativos.

Nos identificamos con los peregrinos: inmigrantes quienes dejando de lado su país natal y a sus familias, emprendieron un largo y peligroso viaje hacia una tierra extraña, impulsados por sus sueños de libertad y motivados con la esperanza de un futuro mejor para sus hijos.

Celebramos la generosidad de los nativos, los Wampanoag, sus acciones desinteresadas a favor de los recién llegados permanecerán con letras doradas a lo largo de la historia. El trabajo hombro a hombro de los inmigrantes ingleses y de los indigenas nativos forjaron las bases de lo que luego sería la nación más poderosa del planeta.

Agradecemos a Dios por la oportunidad de vivir en una tierra que aún nos permite soñar en tiempos mejores. Y elevamos una plegaria para que este espíritu de aceptación, trabajo y gratitud continúe vigente para las nuevas generaciones de peregrinos que llegan a Estados Unidos.

Escrito por Diego Barahona A.

Escríbanos, Su caso de Inmigración tiene solución.

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